4 al 6 de noviembre de 1993Por estos días
en 1993, hace 30 años allá en Córdoba. El inicio del origen.
Allá por el año 1993 en el mes de
julio me entero de que por noviembre del mismo año se realizaría un encuentro
de recreación en la ciudad de Córdoba, Argentina.
El mensajero de dicho evento fue el
pedagogo Mario Kopquin, con quien nos conociéramos en un curso sobre
actividades recreativas y discapacidad que él mismo dictó.
Con apenas 23 años y con toda la
fuerza, esperanza y convicción de crecer y transformar me plantee sin
titubear participar de dicho encuentro. Entre idas y venidas de llamadas
por teléfono- no celular- me comunique con la organización. Por lo menos
fueron tres llamadas que sinceramente no me dejaban muy clara ni la dirección,
ni tampoco el sentido del encuentro y demás detalles. La ansiedad provocada no
opacaba las ganas y mucho menos la convicción de estar allí. Obviamente las
condiciones estaban dadas para mi participación en el encuentro, cosa esta que después
de un largo tiempo pude darme cuenta. Pensándolo desde la perspectiva comunicacional
de hoy claramente era una casi quijotada el viaje. Entiéndase que en aquellos
tiempos no había una web a la cual acceder, ni tampoco fluidez en el uso de los
correos electrónicos. ¡¡¡El encuentro no tenía dirección de correo!!!
Para el viaje invite a mi amigo y compañero
del Grupo Recreándonos (llamado así en aquellos momentos) Gabriel Rodríguez que
sin dudarlos me dijo” vamos juntos”.
Con compañía y fuerte amistad me sentí
mucho más seguro y convencido de viajar y conocer que se decía y que se hacía en
Recreación a más de mil kilómetros de distancia. Ferméntales y altamente
disfrutables fueron sin lugar a dudas las reuniones que mantuvimos con Gabriel
y las y los demás compañeros de Recreándonos, preparando un viaje extenso al
centro de un país gigantesco.
Viajar dependía ya no solo de las
ganas y la convicción de ello, debía poder convencer en mis lugares de trabajo
que me dieran esos días libres. O sorpresa no fue nada complicado. En esos tiempos
trabajaba en Recreándonos, dando talleres, también en el primer Centro Juvenil
de la Intendencia de la Ciudad de Montevideo como Recreador y encargado de área
de recreación y tiempo libre, y en la Escuela EYTAC, un centro educativo para niñas,
niños y adolescentes con discapacidad y patologías mentales muy diversas.
Sin dudas mi participación no era solo
ya por el gusto de estar en el encuentro en Córdoba, sino que se hacía necesaria.
Todas mis actividades estaban situadas en el ecosistema de lo lúdico, lo
colectivo y de la Recreación.
Tanto Gabriel como yo recibimos a
parte de los permisos en nuestros lugares de trabajo, apoyos desde lo afectivo
como en lo económico para poder estar allí, cosa esta por la cual estaré por siempre
agradecido.
Entre las dudas que tenía una era muy
importante, no teníamos donde quedarnos a dormir y vaya a saber por que no
pensamos en la opción de un hotel o una pensión, claramente la inexperiencia galopeaba.
De todas formas, la solución llegó, cargamos mi carpa canadiense para tres
personas hecha de hule y rejilla con la idea que alguien nos diera la
oportunidad de armarla en algún jardín o terreno. ¡¡¡¡Que ingenuidad, que linda
época!!!!
Llegó el día 2 de noviembre de 1993,
a las 18 horas partía el ómnibus de la empresa CORA (ya no existe) hacia la
ciudad de Córdoba. Estaba previsto una duración de 16 horas de viaje, por lo
cual me arme de un walkman y dos revistas para ir matizando con el probable
sueño y las conversaciones con Gabriel. Demás esta decir que nunca me dormí,
nunca lei las revistas y exprimí las pilas de tanto escuchar tres veces el mismo
cassette. Ni que decir todo lo que charlamos con Gabriel, sobe todo tratando de
hacernos una idea de adonde íbamos y que nos encontraríamos.
El viaje era toda una novelería y a
tal punto que nos fueron a despedir: mi madre Nelis, mi hermana Rosario, mi
novia Mónica y un amigo común con Gabriel Carlos Montemurro. ¡¡¡¡¡Que felicidad!!!!
Yal fin el bus salió. Casi pasada
la mitad del viaje nos hicimos compinches con un señor en el bus. Conversado
con él y preguntándole detalles de la ciudad de Córdoba ya que viajaba a menudo
por trabajo, este señor nos dijo que conocía
la Vieja usina y que él pasaría en un taxi por el lugar, que subiéramos a otro
taxi y le dijéramos que lo siguiera.
Llegamos a Córdoba, a la terminal
vieja, nos subimos a un taxi al cual le dijimos “siga a ese taxi”. Realmente me
sentí en una película yanqui de detectives.
Íbamos a la Vieja Usina, esta se ubicaba en una ¡¡¡Rambla!!!!
Rambla lo que es rambla para nosotros
era la costa del Río de la Plata, hasta ese entonces no tenia ni idea que a
toda costa de río sea del tamaño que sea se le denominaba así.
Era la rambla del gran Rio Suquía,
el cual nos habían dicho era grandioso.
Llegamos a la Vieja Usina con el
mate y termo, con nuestros bolsos y con la carpa el día 3 de noviembre, sin
conocer a nadie, sin saber dónde nos íbamos a quedar, sin mucha plata cambiada.
Me presenté en la oficina de la organización me di a conocer con una chica que
le avisó a otra: llegaron los uruguayos. Por cierto, ahí me di cuenta que las
llamadas echas habían tenido bastante más éxito de lo que yo pensaba. Salimos
de la oficina un tanto nerviosos y en eso una de las chicas sale a buscar a uno
de los organizadores: Pablo Ziperovich. Pasan unos minutos y allí aparece el
gran y pequeño a la vez Pablo. Nos presentamos y creo que en 5 minutos ya nos
dimos cuenta de que había una conexión, un sentir afectuoso que sin dudas quedo
para siempre. Pablo se va y quedamos en el medio de una gran explanada sin
saber a donde ir, en eso pasa Andrés hijo de Pablo, debe haber sido tan desgraciada
nuestra imagen que se acercó y nos preguntó si precisábamos algo. Le dijimos
casi al unísono: lugar donde armar la carpa. Creo que nos vio tan desesperados
que nos dijo esperen un momento ya vengo. Apareció a los pocos minutos y con
una cara de ternura y de casi lastima, nos dijo: “hable con mi padre y pueden quedarse en
el atelier de mi hermano Claudio, que queda en el fondo de la casa de mi viejo”.
Nuestra sorpresa fue tremenda no nos conocían y nos estaban ofreciendo un lugar en
su casa, ¡¡¡¡impresionante!!
De ahí en más todo fluyo de tal
forma que casi parecía que habíamos estado siempre por Córdoba. El Encuentro
comenzó y en él conoc a Pablo Waichman, a Gustavo Coppola, a Gabriel Álvarez
y a Graciela Scheines con quien conversé y me dejo más que atónito con todo lo
que me contó.
Entre mates y mucha prosa en la
casa de Pablo Ziperovich construimos con él y su familia una fuerte, creativa y cariñosa
relación. A tal punto eran nuestras coincidencias que Pablo dirigía un grupo denominado
“Recreando” y yo coordinaba “Recreándonos”
Lo mismo me sucedió con Pablo Waichman, hubo una conexión inmediata. Cuando lo escuché por primera vez estaba sentado detrás de una mesa fumando pipa abriendo
su conferencia con la frase “el tiempo libre no existe”, sin dudas estaba mal de la
cabeza este señor. Culminada su presentación me presente
y le plantee mis discrepancias, ¡ja!
……….de ahí en más lo que sabemos: la
fundación del FORO PERMANENTE DE TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN, en las mesas del
Bar Río de Oro, en el barrio Belvedere en octubre del año 1995………..
RECREARSE es lo que debemos
recordar como inicio del origen de lo que somos, de lo que nos reta como
colectivo potente, contradictorio, alegre, precioso.
Salute compañeras y compañeros por
siempre!!!!!!Fabian Vilas Serna
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